La destrucción de las selvas tropicales representa una cuarta parte de las entradas de carbono en la atmosfera, el resto proviene de la combustión de las energías fósiles. En África, estimamos que la deforestación es responsable del 90% de las entradas de CO2. La deforestación proviene en parte de la explotación forestal, pero principalmente de la agricultura y utilización de la madera de calefacción.

Las alternativas de la agricultura itinerante, cuyas prácticas agroforestales, hacen parte de las soluciones importantes en las zonas tropicales para contribuir a la lucha contra el calentamiento global. De manera general admitimos que sembrando más árboles, podemos guardar grandes cantidades de carbono en las partes aéreas y en el suelo y disminuir el efecto invernadero, eso es un reconocimiento fuerte para todas las formas de valorización del suelo en función de la presencia de árboles en la agroforestería.
Un campo de cultivo anual absorbe más o menos 10% de carbono contenido en la selva que lo precedió, así como un sistema agroforestal puede retener aproximadamente entre 35 a 40% de este carbono, los multiestratos agroforestales a veces más. Las agroselvas de cacao de Camerún pueden secuestrar dos veces más carbono que las prácticas agrícolas en combustión. Las técnicas agroforestales son por lo tanto verdaderos sumideros de carbono.
El protocolo de Kioto permite ahora implementar mecanismos en los cuales las agroselvas son elegibles como sumideros de carbono y la fijación del carbono es parte de las apuestas importantes de la agroforestería del futuro.
En relación con esta problemática del carbono y en un contexto mundial de escasez y de enriquecimiento de las fuentes de energía, ya no podemos dejar de pensar en los árboles como fuentes locales de energía.
Texto del libro de Emmanuel Torquebiau (CIRAD): Agroforestería, árboles y campos.